“Yo no pido nada. Soy medio camaleón, trato
de adaptarme a lo que hay y de ayudar con lo que pueda. Por ahí lo mío no luce
tanto. Y está bien que así sea”. Estas
palabras reflejan perfectamente la personalidad de Carlos Delfino, todo un
Campeón Olímpico. Un jugador que ha vivido en la sombra, sabedor que los
flashes en la selección recaen en los veteranos Ginóbili, Scola o Nocioni, sin
que ello le importara lo más mínimo.
Delfino, se define como un hombre sencillo.
Amante de su Santa Fe natal (es Embajador Deportivo de la ciudad), aficionado a
la pesca (donde consigue desconectar y recargar pilas), no se le caen los
anillos al afirmar que todavía a su edad sigue viendo El chavo del 8.
Carlos, a sus 29 años se encuentra en uno de
los momentos más dulces de su carrera. Miembro de la Generación Dorada del
baloncesto Argentino, acaba de firmar por dos años con los Houston Rockets de
la NBA. El alero comenzará su séptima temporada en la Liga norteamericana, en
el que será su cuarto equipo tras Detroit Pistons, Toronto Raptors y Milwaukee
Bucks.
Pero no todo ha sido un camino de rosas para
él. Tras ser elegido en la primera ronda (puesto 25) en el Draft del año 2003
por Detroit Pistons y conseguir al año siguiente el Oro en los JJOO de Atenas,
se encontró que con tan sólo 22 años se había convertido en una estrella
mediática. Este ascenso precoz provocó que Delfino se relajara y su juego se
resintió en exceso. Vendrían temporadas grises, (sobretodo en Toronto y en el equipo ruso del
Khimki, donde no acabó de adaptarse al frío de la ciudad) y parecía que su
carrera se había estancado.
“Nunca me enloquezco, nunca. Ni cuando me va
bien ni cuando juego mal. Trato de estar con los pies en el piso. Tal vez hace
un tiempo, cuando estaba medio verde, me ponía triste y quería mandar todo al
carajo. Fue entre los 20 y los 25. Después me acomodé y me di cuenta de algunas
cosas. Y me empecé a dedicar más a lo mío”. Así respondía Delfino cuando le
preguntaban por esos años donde no vimos brillar su juego.
Por suerte esa experiencia europea, unida a
una mayor madurez motivó el regreso de Carlos a la NBA de la mano de Milwaukee
Bucks, donde ha jugado las últimas temporadas siendo titular en la mayoría de
partidos de la pasada temporada.
Delfino pretende ser una pieza angular en el
nuevo proyecto que han iniciado los Houston Rockets este año y ganarse el
corazón de los aficionados tejanos, tal y como hiciera su amigo y compatriota,
Luis Scola.
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